Esta semana en el colegio se ha recalcado el valor de la amistad, de la cooperación, del respeto al otro.
Nos gustaría contribuir con esta pequeña historia, que pueden leer con sus hijos y después sacarle provecho a su contenido:
Lucien, el dálmata.
Como siempre, durante los bellos días soleados, la manada de caniches de la colonia se reunía en el parque de miles de colores. Los perros se divertían todo el día, y cuando hacía mucho calor, se bañaban en el riachuelo del pequeño bosque o bien se acostaban bajo los árboles que daban sombra en el parque.
Los caniches eran bien conocidos y su grupo, por así decirlo, invadía la plaza. Nadie osaría aproximarse a esos perros que tenían tal aire distinguido y una mirada orgullosa.
Un día, que ellos se encaminaban al parque como era su costumbre, el más viejo del grupo se dirigió a ellos airadamente:
– Miren lo que lo veo, dijo.
Todos los demás giraron su cabeza rizada.
-Y se dieron cuenta como es de sucio. Dijo uno.
-Ah si, tiene unas grandes manchas negras de lodo regadas por todos lados, continuo otro.
-Y tiene unas patas demasiado largas, afirmó un tercero.
-Esperemos que no se acerque a nosotros, debe estar lleno de pulgas, murmuró el más joven.
-Solo hay que hacer como si no estuviera allí. Vamos a jugar escondelero. Sigánme, vamos al bosque, murmuró el más viejo.
El pobre Lucien, el dálmata, los vio irse, y una lágrima corrió por su rostro. Se dijo a sí mismo que mejor iría a caminar a la orilla del río, solo, así nadie podría hacerlo sentir mal. Por qué tanta crueldad de parte de los otros perros? ¿Por qué era diferente?. Empezó a odiar sus manchas negras, sus patas largas, todo en él.
Se fue, con la cabeza baja, cuando de repente escuchó un ruido….. mas bien, un gemido.
Lucien, el dálmata, se puso a buscar de donde podía provenir ese sonido. Empezó a husmear y a husmear, cuando percibió algo que se movía. Era Bijou, uno de los caniches, que había tenido un accidente. El caniche estaba todo sucio: su pelo, habitualmente tan blanco, estaba todo cubierto de lodo. Viendo que el pequeño caniche respiraba a penas, Lucien, el dálmata, lo llevó a su casa, donde en un instante lo limpió el lodo, la suciedad, y lo puso a descansar.
Cuando Lucien llegó a su casa, los otros dálmatas también se apresuraron a ayudar al caniche herido. Le dieron todos los cuidados necesarios, con mucha bondad, El caniche se restableció rápidamente. Estaba lleno de salud. Le agradeció a sus nuevos amigos y les contó cómo había sido su accidente: cuando el grupo jugaba a las escondidas, él se perdió y se lastimó al caerse. Los otros, estaban ya muy lejos para escucharlo, y lo olvidaron. Por fortuna, Lucien, el dálmata, pasó por allí y le salvó la vida.
Cuando Bijou regresó con sus amigos los caniches, les contó su versión de los hechos:
Yo tengo un nuevo amigo que se llama Lucien. También conocí a todos sus amigos, los dálmatas. Ellos son más grandes que nosotros, y no ladran de la misma manera que nosotros. Son blancos, pero con manchas negras en todo su cuerpo, mientras que nosotros, somos todos blancos y rizados. Yo aprendí una cosa; son como nosotros, les gusta correr en el bosque, jugar cuando hace sol, bañarse en el riachuelo. No les gusta ir a la perrera ¿Qué más?. Lucien, el dálmata, me salvó la vida.
Después de eso, Lucien, el dálmata, se hizo amigo de todos los caniches. En cuanto a los caniches, ahora se divierten con todos los otros perros del vecindario.
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