Tomado de El diario El Mundo (España):
¿Qué hacer si sospechas que tu hijo(a) acosa por las redes sociales?
Saber detectar a tiempo en casa si nuestro hijo hace sufrir a sus compañeros de clase es clave para evitar el ciberbullying
Arranca el nuevo curso. Y, lamentablemente, hay chicos y chicas que preferirían que no llegara este momento; aunque no porque se hayan acabado las vacaciones o el verano, que sería lo normal, sino por el miedo a revivir situaciones de acoso por parte de algún compañero o compañera.
No es para menos, ya que el hostigamiento en el entorno escolar es una de las mayores preocupaciones a las que se enfrentan padres, profesores y alumnos en las aulas. Más aún desde la llegada de las nuevas tecnologías, que han abierto una nueva vía de persecución al acosado, y han hecho del ciberacoso una práctica habitual.
Hasta ahora las campañas de comunicación al respecto se han centrado sobre todo en la víctima y en saber detectar las señales de ese ciberacoso para poder ayudar a quien se siente perseguido por sus compañeros. Pero tan importante como esto es conocer el perfil de la persona que acosa, porque descubrir si nuestro hijo o nuestra hija es un posible acosador puede ser fundamental para poner freno a tiempo a un comportamiento dañino para la víctima pero también para quien inflige el daño.
Perfiles y conductas del ciberacosador
Hay que dejar claro que un acosador no nace, se hace, y existen circunstancias, personales o del entorno familiar/social que pueden influir en que un adolescente adopte este rol.
Lo primero es la detección. Y en este punto, los expertos aseguran que no hay un perfil concreto de acosador, si bien coinciden en la existencia de unos rasgos comunes:
- Baja tolerancia a la frustración, es decir, el acosador difícilmente aceptan un ‘no’ por respuesta.
- Se suele servir de la violencia verbal o física para la resolución de problemas.
- Carece de empatía, y por eso no reacciona como se esperaría ante el dolor de una tercera persona.
- A menudo el respeto que ejerce en el grupo se suele confundir con miedo.
- Se muestra reacio a cumplir los límites o normas y a menudo justifica sus actos culpando a los demás o al entorno, a los que percibe como hostiles.
En el caso del ciberacoso, quien lo ejerce a menudo posee una sensación de poder e impunidad, amparados por el aparente anonimato que les brinda la tecnología. Y en concreto el móvil, que es el principal dispositivo empleado para ejercer el acoso mediante el envío de insultos (52,1% de los casos), amenazas (22,3%), fotos o vídeos comprometidos (20,2%) o la difusión de información personal (11,7%), ya sea a través del whatsapp (75,3%) o de las redes sociales (37,6%).
¿Sabes cómo es realmente tu hijo?
Aceptar esta situación por parte del entorno familiar, es decir, admitir que nuestro hijo o nuestra hija puede ser causante de una de estas lamentables actuaciones, no resulta fácil, pues “a menudo la raíz del problema está ahí”, en ese mismo entorno, señala Javier Pérez, presidente de la asociación No Al Acoso Escolar (NACE).
Y aunque los padres son el principal eslabón para poner freno a este comportamiento erróneo, no es el único: “Desde NACE tenemos un lema, que es “sin público, no hay acoso”; de modo que, cuando los padres se muestran poco colaborativos en la solución del problema, actuamos en otros puntos, como los compañeros, profesores y otras esferas, para quitar poder o “los premios” a los que está habituado el acosador”, concluye Javier Pérez.
¿Cómo actuar al descubrir que nuestro hijo es un acosador?
El acoso es un comportamiento inadmisible ante el cual, una vez detectado, se deben poner las medidas necesarias para poder atajar el daño provocado. Trabajar la aceptación conlleva un proceso para los padres, pero, una vez superado, es importante que sean ellos, o los tutores responsables del menor, los que tomen la iniciativa de afrontar el problema cara a cara siguiendo estas pautas basadas en las 4 C (comunicación, conciencia, compromiso y cambio) que trabajan desde asociaciones como No Al Acoso Escolar:
- No juzgar a nuestro hijo, sino su comportamiento. Para ello es importante trabajar desde la comprensión y la reeducación, es decir, enmendar las circunstancias que le han llevado a actuar así y solucionarlo.
- No minimizar ni justificar la conducta o lo que le ha llevado a actuar de ese modo. El acoso no es un hecho puntual, sino un comportamiento que se mantiene en el tiempo con el objetivo último de hacer daño y que, además, tiene unas consecuencias.
- Afrontar el problema hablándolo y pedirle una explicación. Debemos darle la oportunidad de verbalizar su comportamiento y que reconozca los hechos. Es el primer paso para reconducir la conducta.
- Es importante trabajar la empatía e intentar que nuestro hijo entienda el recorrido emocional de la víctima y tomar conciencia de las consecuencias de sus actos.
- Establecer medidas reparadoras encaminadas no solo a reconocer los hechos sino a pedir perdón de manera pública y trabajar desde ese momento en el cambio.
Finalmente, la prevención resulta esencial para poner remedio a futuras manifestaciones de ciberacoso. En este sentido, el trabajo continuado y conjunto de padres, tutores y/o especialistas sobre aspectos tales como la autoestima, la empatía o la asertividad servirán para educar a nuestros hijos de una manera sana que les permita respetarse a sí mismos y aprender a hacer lo mismo con las diferencias y singularidades de otras personas. Para ello, existen recursos online y asociaciones a las que acudir y pedir ayuda, con el fin de trabajar estos y otros aspectos fundamentales para el correcto desarrollo en sociedad de nuestros hijos.
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