«Es capaz,pero no quiere»,»Si hiciera más esfuerzo…» «Qué lástima que no le interesa»
Estas son frases que nos decimos como padres al ver la falta de motivación de nuestros hijos. ¿Cómo activar su deseo de aprender?
La motivación es dinámica. Es fruto de factores individuales, familiares y sociales. La familia puede contribuir a través del valor que se le da al aprendizaje,el apoyo,el afecto, las expectativas,la confianza,el despertar de la curiosidad.
En general, se puede hablar de que se está motivado cuando:
- se conoce el valor de lo que se aprende y para qué sirve.
- se comprende lo que se debe hacer y se siente capaz de hacerlo.
- se obtienen buenos resultados.
- se tienen buenas relaciones con los otros.
- hay un proyecto, metas, objetivos.
- Se tiene una mentalidad de crecimiento.
- Se cree responsable tanto de sus éxitos como de sus fracasos.
Teniendo en cuenta, lo que motiva a una persona,podemos generar las situaciones que lo favorece
Podemos añadir que favorecer los objetivos de aprendizaje más que de rendimiento y considerar el error como fuente de progreso son dos elementos que ayudarán a trabajar en un ambiente de menor ansiedad, lo cual también favorece la motivación.
Aquí les dejamos una historia que pueden compartir con sus hijos para reflexionar sobre la motivación:
GUSTAVO Y CHRISTIAN CORTAN BLOQUES DE PIEDRA
Cuando lo contrataron en la cantera, Gustavo se entrevistó con su patrón, quien le dijo: “Quiero que cortes veinte bloques de piedra al día, su tamaño deberá ser de un pie de largo por dos pies de altura. Todos los días vendrá un camión a recogerlos”: “Muy bien”, dijo Gustavo, y se puso manos a la obra.
Algunos días más tarde, Christian fue seleccionado para trabajar en una cantera vecina. Su superior lo recibió diciéndole: “Tu trabajo consistirá en cortar bloques de piedra de un pie de largo y dos pies de alto. Todas las tardes vendrá un camión para llevarlos a la obra en la catedral donde tus bloques van a ser utilizados”.
Pasó un año y Gustavo cortaba todos lo días sus veintes bloques diarios, mientras Christian cortaba entre veinte y treinta, según el estado de la piedra.
Después de un tiempo, se encontraron sin conocerse en la barra de un restaurante de los alrededores. El camarero que había entablado conversación con ellos, les preguntó a qué se dedicaban.
Gustavo respondió:”Soy cortador de piedras”. Cuando Christian , a su vez tomó la palabra, dijo: “Yo estoy construyendo una catedral”.
«Todo comienza con el fin en la mente»
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